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I Concurso Un Valle de Cómic Luis Molina




El Ayuntamiento de Blanca en colaboración con la Asociación E-Cultura y Ocio anuncian el “I Concurso Un Valle de Cómic Luis Molina” en el que podrá participar cualquier aficionado al dibujo de cómic sin restricciones geográficas.

Este concurso es un homenaje a la figura de Luis Molina, dibujante de comics, pintor e ilustrador de Blanca, autor de obras como “El Jardín de las Delicias” en la Plaza de las Estereras de Blanca, recreando en la fachada de 2 edificios las 7 maravillas del mundo clásico junto a otras tantas maravillas de nuestro pueblo. Su trabajo en los comics fueron principalmente los de “Puño de Bronce” y “Príncipe Torg de León”, además de otros trabajos inéditos como el que ocupa el cartel de este concurso, “El Defensor

Ibérico”, personaje que nunca llegó a ser presentado.


Habrá un premio de 1.500 € para el ganador y un premio especial de 200 € que premiará la labor de un artista local, además de otros premios especiales para los trabajos finalistas aportados por los colaboradores del concurso.

La fecha límite para la entrega de los trabajos será el 31 de diciembre a las 23:59 horas, entrando en concurso todos los que tengan matasellos de esa fecha.

Toda la información del concurso está en las bases adjuntas, y para más detalles se puede contactar con la Asociación E-Cultura y Ocio en el siguiente correo: ecultyocio@gmail.com indicando en el asunto “Concurso de Cómic Luis Molina”.



I CONCURSO UN VALLE DE CÓMIC, LUIS MOLINA.

Convocatoria: El ayuntamiento de Blanca en colaboración con la Asociación E - Cultura y Ocio convocan el I Concurso un Valle de Cómic, Luis Molina.


Bases:

• Podrán participar todos los dibujantes, profesionales o aficionados, a nivel mundial sin

ningún tipo de distinción. En caso de ser menor tendrán que presentar una autorización

firmada por sus padres o tutores legales.


• Los trabajos deberán estar escritos en castellano o en su caso sin texto. La temática es libre y cada trabajo no tendrá una extensión mayor de 8 páginas, pudiendo presentarse en color o blanco y negro. Existe total libertad en cuanto a tamaño de presentación o técnicas de creación de las obras. Todos los trabajos serán inéditos, en caso contrario serán

descalificados.

• Todas las obras deberán presentarse en soporte de papel, e ir acompañadas de otros soportes electrónicos o digitales en PDF o archivo digital numerado al correo de

ecultyocio@gmail.com , indicando en el asunto “Concurso de Cómic Luis Molina

(COLM)”, que incluyan una resolución mínima de 150 ppp las mismas para así asegurar una

correcta reproducción en caso de ser seleccionadas, con los datos del autor en el correo.

Los trabajos deberán entregarse en sobre cerrado, incluyendo solo reproducciones de calidad de cada obra presentada, Nombre completo del autor, fotocopia del DNI, nº de teléfono y correo electrónico de contacto.

• Las obras deberán ser presentadas o enviadas por correo a la dirección siguiente:

Asociación E - Cultura y Ocio Centro IDOL C/ Nueva de Blanca, Nº 10 CP. 30.540 Blanca (Murcia) España.

El plazo de presentación será hasta el 31 de Diciembre de 2021 a las 23:59h. Serán

aceptados todos aquellos trabajos que lleven dicha fecha en el matasellos de correos. La

apertura de los trabajos tendrá lugar el 10 de enero de 2022 en el Centro IDOL.


• Habrá un premio a la mejor obra presentada cuya dotación será de 1500€ y un segundo

destinado a premiar la labor de un autor local con la cantidad de 200€.

Tras conocerse el fallo del jurado a los ganadores se les comunicará entre la semana del 5

al 8 de abril del 2022 la noticia, a través de correo por la Asociación E- Cultura y Ocio, la

cual solicitarán a los autores ganadores los originales de los mismos. También se

seleccionarán otras, en número no determinado, que por su excelente labor visual y literaria,

sean proclives a ser publicadas mediante revista digital.


• El Jurado estará formado por el ilustre Luis Molina, Fidel Molina (Pintor) y Estefanía

Ramos (Ilustradora). El Jurado concederá el premio y decidirá sobre aspectos no resueltos

en estas bases, siendo dichas decisiones inapelables.


• Las obras premiadas, así como otras seleccionadas por el jurado, formarán parte de una

revista digital. Distribuyéndose entre los participantes.

Todas las obras quedarán custodiadas por el ayuntamiento de Blanca como un valor

patrimonial más.


• Al ganador y la obra premiada se le otorgará la mayor difusión publicitaria e informativa

posible.


• Los autores no premiados ni seleccionados serán informados a través de las redes sociales y página web del Ayuntamiento de Blanca y de la Asociación E – Cultura y Ocio.


• La participación en este concurso implica la total aceptación de estas bases. Cualquier

aspecto no previsto en estas bases será resuelto por la organización.




LUIS MOLINA

(Biografía publicada en Tebeosfera)



Nacido en Blanca, el 25 de Noviembre de 1933, Luis Molina destacó desde su más tierna infancia en dibujo, cuando en una pizarra pequeña y provisto de un pizarrín les hacía dibujos a sus compañeros que le demandaban con entusiasmo. Fue en el colegio donde creo su primer cuadernillo, una serie de tres números con el título La Selva Negra, que pasaba a sus compañeros posteriormente para su disfrute con la consiguiente demanda de más. Todo esto ocurría a la edad de 16 ó 17 años, en una época en la que los amigos y conocidos se iban de paseo mientras Luis se quedaba dibujando en casa, algo que le hacía disfrutar plenamente.

Molina cursó Magisterio en Murcia. Durante todo este tiempo se dedicó a su gran pasión, pintar y dibujar, teniendo como referente la máxima del profesor Jarre, catedrático de la Escuela de San Alfonso de Barcelona: «poco hay del dibujo pintado a pintura dibujada». En el campo pictórico, siguió investigando en las diferentes disciplinas (acuarela, guache...) y consultando todos los referentes más interesantes que caían en su poder y, en cuanto al cómic, Molina se define en aquel tiempo como un entusiasta de los tebeos. Su máxima pasión era ser dibujante de historietas, ya que admiraba a los grandes autores americanos y españoles del momento. Estuvo tentando a toda editorial de tebeos que conocía, desde Barcelona pasando por Valencia hasta Andalucía. Se da la anécdota que en 1952, en Bruguera, el director técnico procedía de Águilas, ciudad costera murciana, e intentó introducirlo en la editorial, pero no pudo ser porque su estilo no llegó a interesarles.

Con la murciana Gráficas Belkrom, de la que conocía a su responsable José Geromo, hizo ilustraciones para etiquetas y también estuvo a punto de colaborar en una colección de cuadernillos de los que ya había realizado algunos guiones, pero el propio y prematuro cierre editorial le dejó con la miel en los labios. Molina mantuvo contactos de interés con Maga, dónde le atendió personalmente Manuel Gago que, aunque se quedó con un primer cuadernillo de la serie Puño de Bronce y le pidió otras muestras periódicamente para mantener el contacto, no llegaron más allá. Otro intento fallido fue con la editorial Rollán de Madrid que le pidió ilustraciones para una novela; allí, aunque le ofrecieron total libertad para la realización, el trabajo efectuado a plumilla fue rechazado por problemas técnicos para su impresión. Molina tuvo que rehacer las ilustraciones haciéndolas más sueltas y sin tantas masas de negros, lo que ya no interesó a la editora, malográndose la idea. También para esta editora creó una novela de suspense: El asesino anda cerca, su única semilla en el mundo de la narrativa que, igualmente, quedo truncada, cuando no pasó la censura de la época.

Fue en 1962 cuando la Editorial Andaluza con sede en Sevilla la que, interesada por el estilo tan acabado y ágil del autor, le invitó a trabajar con ellos, publicando inicialmente la mencionada serie de completa autoría Puño de Bronce. Esta colección narraba las peripecias de un valeroso egipcio enfrentado a los “reyes pastores” de las montañas de Siria que pretendían imponer su dominio en los territorios del protagonista y, además, esclavizar a su amada. A la par, vistos los buenos resultados, le cederían la colección Torg, Hijo de León que hasta entonces venía dibujando un autor más mediocre llamado Arturo Roldán. Molina, para hacerlo más suyo y no considerarse como un continuador del trabajo de otro, cambiaría el titulo por Príncipe Torg de León. Todo ello le llevó a resentirse en su dibujo, ya que él dibujaba más por ilusión y placer y el verse sometido a la creación íntegra semanal, guión, dibujo y portada, le supuso mucho stress y una bajada en la calidad gráfica entre los primeros y los sucesivos ejemplares. Problema que se incrementaba cuando debía realizar, a final de año, los almanaques de las colecciones bajo su dominio.

Molina recibía 1.500 pesetas por número y semana, lo que hacía al cabo del mes una sustanciosa cantidad. El trabajo lo realizaba en su domicilio y lo enviaba por correo a Sevilla, a pesar de que Diego Siménez de Cabo, el editor, pretendía ponerle un estudio en el taller (cuyo personal de plantilla estaba compuesto por el maquinista, el contable, un primo de Diego, y cuatro plegadoras; el resto, los dibujantes, eran colaboradores) de la capital andaluza para tenerlo más cerca y con comodidad a lo que Molina se negó. Diego tenía a su tío Enrique, apoderado del Banco Urquijo, como principal aval para llevar adelante el negocio editorial, pero como era un hombre muy joven, atraído por la buena vida y el gasto generoso, hacía que los ingresos fueran inferiores a los gastos, lo que le fue llevando paulatinamente a la bancarrota dejando a Molina con impago de los últimos números de ambas colecciones (que, además, quedaron inéditos), las colecciones inacabadas y todos los originales, perdidos, ya que el autor nunca pidió devolución de los mismos. En 1964, Molina puso fin no sólo a esta relación sino a todo contacto futuro con el cómic.

Posteriormente, en 1966, viajaría a París donde intentó realizarse como pintor de manera autodidacta, y en los tres o cuatro meses que duró su residencia incluso realizó alguna exposición. Como no sacaba nada en claro, regresó a Murcia en 1967 dedicándose al oficio de pintor. Igual pintaba cuadros que pintaba una casa y fue, en este momento, cuando decidió casarse con la novia que tenía desde hacía algunos años y con la que «me hablaba desde hacía tiempo», tras lo cual marchó a Barcelona con la idea de dedicarse al cómic o a la ilustración.

El campo editorial barcelonés era muy extenso, pero tras un mes de estancia, Molina entendió que la humedad ambiental y el problema de reuma que padecía no eran compatibles y su salud se agravó un tanto, por lo que cambió su residencia a Madrid, viviendo de precaria manera. En este momento de su vida decidió ir por lo seguro y usando su titulación de magisterio, logró dar clases de dibujo en diversos colegios: Torrelodón, Pozuelo y en el Liceo escolar, aunque las actas de clase las firmaba el titular de la materia, un licenciado, y él la impartía. Mientras desempeñaba esta actividad, realizó cuadros por encargo y algunas exposiciones.

Cursó estudios de Artes y Oficios en Madrid para poder conseguir firmar por sí mismo esas actas y progresar en su trabajo como le recomendaban los directores de cada centro. Molina aclara que lo único que consiguió allí fue la titulación, pero pocos conocimientos: «La experiencia y las técnicas se aprenden con el trabajo y la investigación diaria».

Con la licenciatura en el bolsillo empieza a ejercer la docencia en el colegio de San Rafael en Cuatro Caminos pero, desgraciadamente, al director no le concedieron una subvención y tuvo que prescindir de sus servicios. Un poco cansado de la docencia, probó suerte en el ramo comercial e instaló una tienda de ropa infantil. Pero el negocio no fue prospero y hubo de cerrar sus puertas. Tras 20 años de vida en la capital donde tuvo la suerte de gestar a su hijo Fidel, volvió a la tierra de sus orígenes, Blanca, donde comenzó otro aspecto de su dedicación, pintar e ilustrar las iglesias de la localidad de Abarán, a la que seguirían frescos para la ermita y la iglesia de la Ñora, entre otras.

Su azarosa vida personal, separación incluida, le hizo apartarse un tanto de su dedicación pictórica, a la que por fortuna, pasado un tiempo y enderezado su equilibrio emocional, volvió para continuar con la pintura en forma de encargos y exposiciones. Poco ha hecho desde entonces fuera de esto, alguna ilustración para el diario La Verdad en 1990 o para revistas locales como Alboraña, así como ilustraciones para etiquetas y catálogos de diversas empresas murcianas.

Aún hoy, aunque apartado del mundo del cómic, atesora mucha información sobre el medio y sus autores como el gran aficionado que fue y que sigue siendo desde su retiro.

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