Muchas veces se ha dicho que Juego de Tronos (esa saga inacabada) es una versión más oscura y más real de la fantasía El Señor de los anillos. Pues, si eso es así, la saga de La Primera Ley, de Joe Abercrombie, es una versión más oscura y más real, de la fantasía, de las intrigas, de la política y de la épica de Juego de Tronos. Una trilogía genial, adulta, sombría, cruda, real.
En un mundo de tecnología y ambiente tardomedieval, el mundo conocido está dividido en cinco principales centros político culturales (una monarquía de corte europeo, un imperio de tipo oriental, una aglomeración de ciudades-estado, los restos rotos de un antiguo imperio y… el Norte con… norteños grandes, sucios y violentos). La magia, se recuerda, pero entre la historia y el mito, sobre todo en las zonas más civilizadas. Quedan restos que parecen hablar de ella, como arquitecturas increíbles que, desde el pasado, se alzan hasta lo imposible, pero ni siquiera se puede acceder a ellas. Y, sin embargo, un mago, el discípulo de Juvens (fundador de la magia, e hijo del semidios Euz), tiene un plan. Desde hace siglos.
La historia se cuenta en varios frentes, con distintos protagonistas que entrecruzarán historias y destinos. Lo más curioso es que no hay ningún personaje “bueno”. Ni uno solo. Probablemente el más carismático sea un torturador (y hablo de un profesional que disfruta de la calidad de su trabajo). Y, lo más jodido, es que se acaba empatizando con él. Tampoco es que dominen los malvados (probablemente, no haya tampoco ningún personaje que se pudiese considerar totalmente malvado). No hay un noble Tyrion, Jon, o Davos de descargo, ni falta que hacen. No son blancos, ni negros tampoco. Son grises. Y, sin embargo, se les acepta como quienes son, con la historia que les explica y los fines que les mueven.
No se puede parar de leer, hasta haber devorado todas las letras (y, hablando de Devoradores, la Segunda Ley en este mundo dice que está prohibido comer carne humana, que luego pasa lo que pasa…).
La trilogía tiene su final. Pero, si luego queda interés (y quedará) hay tres libros autónomos que siguen explorando el mismo mundo, en progresión cronológica además, luego un libro de cuentos y , finalmente… una nueva trilogía, de la que se ha publicado el primer tomo (y Abercrombie va a tomo por año, no como otros -sí, Rothfuss, te miro a ti).