Jeff Lemire nos ha dado últimamente unos cuantos buenos cómics, como Gideon Falls, Descender, Sweet Tooth o Blackhammer, y tenía mucha expectación con esta nuva historia de ciencia ficción, que había causado sensación al otro lado del charco.
Y la verdad, hacía tiempo que no leía de manera tan frenética deseando saber qué pasaba en la siguiente página. Qué comienzo de historia, qué brutalidad, qué idea tan genial.
Con un dibujo delicado de Gabriel Hernández Walta, melillense afincado en Granada, ganador de dos premios Eisner por La Visión, junto a Tom King, nos introducimos en la misión de la U.S.S. Montgomery, de viaje desde la Tierra hasta la Colonia, en la que varias familias viajan con sus niños pequeños, para establecerse en un nuevo hogar lejos de los conflictos que asolan nuestro planeta de origen.
Justo al llegar a la zona intermedia fuera del alcance de las comunicaciones de ambos lugares, algo sucede, algo inesperado, que cambiará radicalmente la situación de la nave y sus tripulantes, y los niños se quedarán solos. Solos en medio del espacio, pero al cuidado de VALARIE, la I.A. de la nave interplanetaria.
Y no puedo decir nada más, a lo mejor he dicho incluso mucho.
El tomo es cerrado y autoconclusivo, pero preludio o comienzo de algo que parece será mucho más grande.
Lo recomiendo mucho mucho.
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